MIS CONCLUSIONES «NO BUENISTAS» DEL «BUENISMO»

Publicado: 8 agosto, 2021 en Artículos Opinión

Una preciosa gatita tricolor se acerca buscando mimos y atenciones

El «buenismo» es un «producto» peligroso, de falsos relatos, que consumimos a diario en redes, noticieros, prensa, etcétera. Para comenzar diré que los «buenistas» son un grupo de personas que se creen dueñas de la verdad (y la justicia) y parecen hacer proselitismo (como en una secta) con sus arengas de que todo está mal en nuestra sociedad.

Sin embargo, tengo la convicción «no buenista» de que vivíamos infinitamente mejor en la España (y en el mundo occidental en general) de los ochenta y los noventa; éramos mucho más libres, hasta que esta nueva ideología empezó a germinar.

Tengo la opinión «no buenista» de que los problemas importantes para esta gente en España son, por ejemplo, poder «llegar a casa sola y borracha», forzar el uso del lenguaje «inclusivo» (como «portavozas», «matria» y «todes») porque eso «empodera» (sic), o justo ahora decidir si derrumbar la Cruz del Valle de los Caídos y sacar la momia de Primo de Rivera porque la de Franco ya está amortizada.

Cabría preguntarse a qué intereses responde el hecho de poner estos temas como prioridades en la agenda pública. Tal vez, la pregunta fundamental sea: ¿a quién beneficia todo esto? Porque, desde un punto de vista pragmático, a las personas se las juzga por sus actos. Y a nuestros gobernantes, con más razón, se los debería evaluar por sus prioridades.

Por todo esto creo que los políticos actuales, en su mayoría, son hipócritas. Fingen constantemente unos ideales, unos sentimientos y una moral que no tienen. Les importa más su agenda, y preservar sus cuotas de poder, que sus ciudadanos y sus graves problemas cotidianos (paro juvenil galopante, excesiva fiscalidad, estatismo caro, impuestos altos para emprendedores, etcétera). Parecería que juegan con nosotros para ver nuestro nivel de aborregamiento y, así, calcular cómo despojarnos de más libertades individuales (sobre todo la de expresión; luego, por efecto dominó, vendrían las demás). Y esto, por fuerza, debe suceder con el consentimiento de una parte importante de la población.

Por otra parte, tengo el convencimiento «no buenista» de que ahora tenemos que soportar largometrajes y series que ya no son arte, sino pura propaganda. Tomemos el ejemplo de Los Goya: una gala adornada con un discurso tan «buenista» que se le hace a uno insoportable. Vale, bien, en Hollywood pasa también; el «buenismo» posmoderno es transversal en occidente, ‘transversal’ una palabra que está en boga últimamente. Para resumir, puro adoctrinamiento cultural.

Tengo la idea «no buenista» de que aquellos que levantan pancartas tipo «nadie es ilegal» son gente perversa. No son buenos, se hacen los buenos; eso es lo perverso. Porque dejan entrar a los inmigrantes para olvidarse de ellos por completo inmediatamente. Muchos son menores (MENAS), que van a un centro y cuando se hacen mayores, salen sin nada (ni oficio, ni herramientas para insertarse en la sociedad, ni papeles para trabajar). Es decir, los dejan entrar (¡qué buenos y humanos somos!), pero no hay un plan que ofrezca y exija una formación y una adaptación para que puedan integrarse como ciudadanos (regularizados con papeles) y contribuir de manera positiva a la sociedad, trabajar en blanco, hacer sus aportes y prosperar. No hay plan, no hay una política inmigratoria buena de verdad; hay «buenismo». ¡Mucho más fácil el postureo! El postureo es lo mejor. Igual que el que adopta un perrito de la calle, sube su foto conmovedora a Instagram, y, acto seguido, lo deja encerrado en una caseta en el jardín de casa, sin agua ni comida.

Además, tengo la idea «no buenista» de que ningún país democrático, con una moral social sana, justa y responsable, toleraría:

El bombardeo ideológico que sufren nuestros niños y jóvenes en las instituciones educativas.
La manipulación de los datos y de los hechos que existe en los medios de información tradicionales.
Los decretos de leyes sexistas como la LIVG.
La asimetría penal por sexos.
Un largo y, cada vez más peligroso, etcétera.

De la misma manera, tengo la impresión «no buenista» de que los neologismos posmodernos (como la «posverdad», el «patriarcado» y el «construccionismo social») son conceptos que se transforman en un megamix doctrinal. Un alimento perfecto para las mentes más impresionables, más sensibles y fáciles de manipular: las de los jóvenes (todos hemos sido así, idealistas, inexpertos, inocentes, influenciables, vulnerables, en mayor o menor medida, y que el que esté libre del pecado de haber sido joven, que tire la primera piedra). Y los mozos buscan su lugar en el mundo, buscan validación y seguridad, y lo consiguen formando parte de algo (colectivo). Por eso son el grupo ideal y preferido de gurúes carismáticos, líderes mesiánicos, organizaciones terroristas y políticos «buenistas». Estos últimos son individuos muy peligrosos, porque son encantadores de serpientes: te hablan de derechos humanos, de igualdad, de inclusión, de diversidad y de libertad de expresión, pero detrás del postureo, son tiranos.

Sí, así es.

En síntesis, tengo la conclusión «no buenista» de que el «buenista» es perverso, porque corrompe la bondad, y oculta, bajo una capa de valores loables, a un dictador.

*Y puedes descargarte, gratuitamente, los relatos: LOS CREPÚSCULOS MUEREN A LO GRANDE, KRIPTONITA FEMINISTA , DOS FUGITIVOS de Ritxard Agirre, INSTINTO, «TARÓTICO. Un viaje sexpiritual» (REMASTERED – 2023) , MI MANERA DE AMARTE SIEMPRE de Ritxard Agirre y el ensayo «TAROT. Camino de luces y sombras»

Ritxard Agirre – https://ri2chard.wordpress.com/

TÍTULOS A LA VENTA (AMAZON y LIBRERÍAS)

««KIRK BOSTON contra la banda de Mark «el Guapo»»