LAS DOS CAMINOS DEL «IDEALISMO»

Publicado: 17 enero, 2021 en Artículos Opinión

Carretera que sube al «Picón Blanco» (Espinosa de los Monteros, Burgos)

Una pregunta que me hago es si el idealismo es posible. «Posible» en un sentido sano, es decir, sin llegar a convertirse en un tirano (como lo fueron Stalin, Mao, Mussolini, Hitler o Fidel Castro, entre otros muchos «idealistas»).

El idealismo, por lógica, comienza en nuestra mocedad. En esa edad agresiva y alterada se puede tener el corazón lleno de nobles valores y voluntades; sin embargo, con el tiempo, es fácil caer en la corrupción del alma.

Con un poco de rubor, los que ya somos carrozas, vemos a los jóvenes con su quijotismo en conceptos como la justicia, el amor, la lealtad, la igualdad o el matrimonio (curiosamente, las relaciones de pareja y de casados son la chanza favorita de cómicos, con sus ácidas cuchufletas).

De jóvenes todos nos hemos sentido «especiales» creyendo que la vida nos tiene deparado un destino «exclusivo» e importante. Luego, la vida nos da las hostias que necesitamos (como no puede ser de otra manera) y, comprendemos, que somos lo que somos: ignorantes.

Por ejemplo, un idealismo, ahora devenido en tiranía, es el feminismo. Su simplismo en la «posverdad» de creer que la mujer es pureza, y el hombre, podredumbre. Todo ello aderezado por la sórdida manipulación política de turno.

Pero no hablemos de feminismo que es un tema muy manido.

Cualquier idealismo se puede corromper fácilmente con la codicia y la ambición. El ser humano, por instinto de supervivencia, está inclinado a la voracidad de acumular y ostentar bienes y, en definitiva, poder. En el mundo posmoderno en que vivimos, estamos bombardeados por los medios para hacernos creer que deseamos cosas materiales en las que nunca antes habíamos reparado y que, hasta que no nos han dado un buen lavado de cerebro, no hemos caído en la cuenta de que, ahora, «necesitamos».

Es por eso por lo que para mantenerse en la integridad y en la calzada de la honradez, hoy se necesita del auxilio divino (o, por qué no decirlo, la ayuda de Dios). O lo que es lo mismo para un ateo, crecer espiritualmente para alcanzar mayores planos de consciencia que nos ayuden a no depravarnos.

Conociendo la facilidad de la corrupción, ¿cómo ayudar a esos jóvenes idealistas que quieren «arreglar» el mundo?

Posiblemente, amándolos, no por sus ideas ni lo que hagan, sino desde una forma espiritual (amar el «ser» y no la forma de «ser»). En resumidas cuentas, desde un misticismo de que son seres encarnados con una misión en la vida (que suele ser la misma para todos: aprender).

Cuando amamos a los demás, sobre todos a los jóvenes, sin desear cambiarlos, se crea un nexo poderoso. Hay aceptación sin juicio. Así les damos la posibilidad de que, libremente, se forjen a sí mismos.

Es un error sobreprotegerlos para que no tengan «traspiés». Las faltas que los adultos cometimos también en nuestra juventud son la mejor ilustración de lo que hoy sabemos. Que aprendemos de los errores es una frase hecha, pero no por ello es menos cierta.

Las buenas acciones, al ser valoradas, atraen otras buenas acciones. Si, además, esas acciones forman parte de un trabajo que la persona ama, entonces, ese oficio es un fin en sí mismo y no solo un medio para conseguir dinero, poder o bienes materiales (algo, esto último, que propicia la corrupción y está muy visto en la clase política).

La corrupción humana tiene raíces profundas, entre las que podemos mencionar la vanidad, la desgana, la avaricia, y el miedo. Los que traicionan sus ideales, la historia les pone en su lugar: malogrados, arruinados y, sobre todo, fracasados (ya dimos nombres propios al comienzo del post de varios tiranos y dictadores).

Y, los que son fieles a sus nobles valores, el tiempo les pone en su lugar como colosales figuras que se estudian como modelos a seguir.

Pocos «idealistas», en verdad, han llegado al camino recto. No obstante, podemos citar tres esenciales: Jesucristo, Buda y Confucio.

En definitiva, el idealismo siempre llega a un punto de bifurcación: tiranía o amor.

Opino que hay que confiar en que los jóvenes se transformen en hombres sin temores. Si confiamos y no les metemos en la cabeza nuestras dudas y miedos (y sí buenos valores universales como por ejemplo: «no hagas lo que no quieres que te hagan a ti»), es posible que tengan más posibilidades de triunfar.

Triunfar en ser fieles a su naturaleza humana de primero ser mejores personas, y desde esa individualidad, crear un mundo mejor.

El camino fácil, obviamente, es el relato ideológico actual y posmoderno (el que nos den todo hecho, sin esfuerzo, porque somos «especiales»). No obstante, hace dos mil años ya lo advertía Jesús en el pasaje de «Los dos caminos» (Mateo 7, 13:14):

«Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella, más ¡qué estrecha es la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que lo encuentran»

*Puedes descargarte, gratuitamente, mis relatos: KRIPTONITA FEMINISTA , DOS FUGITIVOS de Ritxard Agirre y MI MANERA DE AMARTE SIEMPRE de Ritxard Agirre

Ritxard Agirre – https://ri2chard.wordpress.com/

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