REFLEXIONES «TXIRRINDULARIS» XXIV. «LA ILUSIÓN DE LA ACCIÓN» Y «EL SENDERO VACÍO» (PRESA DE ZOLLO EN ARRANKUDIAGA)

Publicado: 13 febrero, 2022 en Artículos Opinión, CICLISMO

Presa de Zollo (Arrankudiaga)

Generalmente, los seres humanos buscamos lo que nos hace sentir bien; somos un poco yonquis. La mayoría de las personas trabajamos solo por dinero y, por tal razón, buscamos evasiones fuera del trabajo (sexo, deporte, redes sociales, música, etcétera).

Hablo de esto porque llevo preguntándome, desde hace ya tiempo, si las evasiones no serán otro tipo de «esclavitud» al igual que el trabajo. ¿Por qué? Porque, obviamente, generan una dependencia. Lo denomino «la ilusión de la acción».

«La ilusión de la acción» es la búsqueda de emociones agradables, siempre superficiales. Por poner algunos ejemplos, buscamos validación (likes) en redes sociales o intentamos escapar de nuestra mismidad en conciertos, competiciones, ligues, etcétera, pero, invariablemente, siempre lo hacemos con agentes externos que, si no existieran, tendríamos que inventarlos.

Creo que es muy complicado practicar el hedonismo, o mejor aún, conseguir paz espiritual (y, por lo tanto, paz física y mental) puramente en la contemplación. Como hacen los gatos, que son maestros de la observación y observan su entorno con ávido interés y curiosidad, sin que nunca les parezca aburrido.

Cuando cumplí cuarenta, pensé en la famosa «crisis» que se supone nos afecta a los hombres. Puede que la tuviera, pero fue más ideológica (y social) que espiritual (escribí un artículo sobre ello en el periódico de mi barrio, «Santutxu y +» y, si quieres echarle un vistazo, puedes hacerlo pinchando aquí).

La ley hermética dice que «como es fuera es adentro; como es adentro es fuera». Por lo tanto, si necesitamos evadirnos con cosas externas, como recurso hedonista para sobrevivir al tedio, es porque interiormente somos en cierta manera adictos, adictos a la acción. Parece que no podemos estar quietos, tranquilos y serenos.

Me pregunto si buscar armonía y, por qué no, placer dentro de nosotros mismos, sin necesidad de mendigar aceptación social adaptándonos a todo lo externo de moda, no será una forma de liberarnos y, quién sabe, si no será también una manera de aceptar las cosas como realmente son.

Quizás, trascenderíamos «la ilusión de la acción» por algo que podemos llamar «el sendero vacío». Puede que la palabra ‘vacío’ cause algo de terror y genere resistencia, y nos impulse a aferrarnos aún más a esos «agentes externos». Sin embargo, en mi experiencia personal, he descubierto que darme permiso para estar quieto, sin acción, sin ser protagonista (en menor o mayor medida) ante los demás y el mundo, es una forma de estar en paz.

(*NOTA: Con estos conceptos que he utilizado, «la ilusión de la acción» y «el sendero vacío», no busco que se etiquete este post como una especie de artículo budista. No es para nada mi intención. Solo los he utilizado porque creo que expresan con claridad lo que quiero transmitir).

Hoy que hablamos en este post de acción y quietud, nos vamos hasta la presa de Zollo (Arrankudiaga), un lugar que invita al sosiego y al silencio (mucho más con luz crepuscular). Sin embargo, y por poner una nota de humor, me recuerda mucho (en versión pequeña) al lago «Crystal Lake» de la película de terror «Viernes 13» (una saga que ni recuerdo cuántas secuelas tiene). A veces, en esa calma del valle, me pregunto si no aparecerá de repente algún tipo de «Jasontxu» vasco, cuchillo en mano, a darnos matarile a todos.

Espero que os gusten las fotos.