REFLEXIONES «TXIRRINDULARIS» XLII. POR QUÉ EL MUNDO DE LA CULTURA ESTÁ VENDIDO Y AL SERVICIO DEL PODER (ERMITA DE «SAN SEBASTÍAN» EN EL BARRIO DE SARATXO, GUEÑES)

Publicado: 17 julio, 2022 en Artículos Opinión, CICLISMO

Ermita de «San Sebastián» en el barrio de Saratxo (Gueñes)

Ha llovido un poco desde ese maravilloso troleo que fue el premio Planeta. Tres varones –no uno, sino tres– firmando como mujer (Carmen Mola) su trabajo literario, que es bueno para la crítica y un éxito de ventas, y alcanza el citado (y codiciado) premio editorial, el más importante de España y, posiblemente, de Hispanoamérica.

Muchos colectivos feministas cargaron contra esos escritores en un lindo ejercicio de autocrítica. Asimismo, vimos en los medios cómo algunas librerías (de corte feminista también) retiraron de la venta su libro galardonado, en otro delicioso acto de libertad de expresión.

A los que no nos gusta que el Estado nos imponga una ideología, el dribling de los autores de «La novia gitana» fue excitantemente agitador, bello e insurrecto. Pero en esta sociedad sobrecargada de información y superestimulada, lo normal es que ese episodio ya se haya olvidado.

Y, sin embargo, esta semana lo recordé gracias a un dibujante de historietas de mediano éxito, que firmaba con nombre de mujer (Helena Anillo) y ahora ha sido descubierto. Las hordas fanáticas han ido a por él. Lo acusan de aprovecharse, de fingir ser mujer para lucrarse.

No entiendo este argumento, porque si vivimos en una sociedad machista, heteropatriarcal, y todas esas monsergas, ¿cómo es posible que un hombre se beneficie haciéndose pasar por mujer? Debo de ser muy corto y pido ayuda, como en mi anterior post («Por qué a la mujer posmoderna se la engaña con falsos mantras de independencia y empoderamiento»), para que el que lo desee me deje una respuesta a esta pregunta en los comentarios (necesito explicaciones, por favor, necesito saber).

Porque no comprendo a los que censuran a estos autores, de verdad, y lo que me hace estallar la cabeza es que se creen rebeldes y antisistema. Y son, justamente, lo contrario; siguen el discurso oficial como si fuese una religión y no se desvían ni una coma de todos sus dogmas.

Es un hecho que, al menos en España, la cultura está casi en su totalidad al servicio del Estado (de la reinante corrección política). Y si está al servicio del poder, no es cultura, sino propaganda y adoctrinamiento (lo cual es una basura, vamos a hablar claro). Además, jugar a ser «revolucionarios» y «justicieros sociales» de esta manera es algo muy burgués en Occidente (porque la gente que tiene problemas reales, dificultades serias de verdad, está demasiado ocupada en buscarse la vida y no tiene tiempo para patochadas posmodernas).

Pero ¿qué sabré yo? Solo soy un juntaletras local que se acerca peligrosamente al medio siglo y, encima, ¡varón y blanco! (es decir que hablo desde mi pedestal lleno de privilegios a los que no quiero renunciar). No soy tan valiente como Helena Anillo o Carmen Mola. En resumidas cuentas, seguiré firmando mis libros y artículos con mi nombre. Aunque, quizás, tendría más éxito en el mundo editorial si rubricara mis trabajos como Esperanza Sola, Lola Mento o Dolores Pecho (por ocurrírseme, a bote pronto, unos seudónimos con gancho).

Mofas aparte, tal vez, lo más subversivo sería que una mujer firmara sus trabajos culturales, de la rama que sea y sin subvenciones, con seudónimo de hombre a día de HOY (lo pongo en mayúsculas para que no me digan que antaño las mujeres tenían que hacerlo, aunque si dijeran eso, estarían dándome la razón). En cualquier caso, hacer eso en la actualidad sí sería digno de (mi) aplauso.

Aunque en ocasiones en mis posts trato estos temas con justificada befa, me pregunto cómo hemos llegado a este nivel de podredumbre. Porque a pesar de las risas que podamos echarnos por aquí, hay que reconocer que empieza a dar asco.

A ver si antes de cascarla veo que en este país nos dejamos de esperpentos y empezamos a valorar a las personas por lo que hacen, por sus méritos (independientemente de lo que tengan entre las piernas); eso me haría feliz porque pensaría que estamos dejando un mundo mejor a los vienen por detrás.

Hoy nos vamos hasta la ermita de «San Sebastián» en Saratxo (barrio de Gueñes que muga con Baracaldo), entre los montes de Ganeroitz (561m) y Eretza (871m). Este bonito santuario fue edificado entre rocas y es la típica construcción de mampostería. Generalmente, llego a este lugar en BTT desde «Santa Agueda» (partiendo desde el «Puente del diablo»), aunque también he llegado desde Zaramillo con la de carretera (aviso a navegantes de que es un buen sofocón). Ambos recorridos son bonitos, pero también son unos paseos txirrindularis exigentes (así que advertidos quedáis, quien avisa no es traidor).

En el interior de esta ermita se encuentra la imagen del santo Sebastián (a la que se le calcula cinco siglos de antigüedad), junto a otra más pequeña del Sagrado Corazón de Jesús.

Para los que quieran acercarse y descubrir sus secretos, os informo que su festividad es el 20 de enero y se celebra con una romería en el barrio. Además, los segundos domingos de junio y de octubre se celebran misas cantadas a cargo de la coral de La Arboleda.

¡Salud y buenos pedales!

Para llegar a Saratxo primero ascendemos a «Santa Agueda»(Barakaldo) desde «El Puente del Diablo (Las Delicias)

Llegamos al barrio de Saratxo (Gueñes) y vemos al fondo la ermita de «San Sebastián»

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Ermita emplazada entre rocas. Espadaña de piedra de sillería y campana rematada por una cruz de hierro

El acceso a la ermita es un arco de medio punto

Más características que observamos de esta ermita son los muros de mampostería y esquinas de sillería. El espacio es de una sola nave con una pequeña sacristía aditada.