LOS CINCO MAYORES ENEMIGOS DEL HOMBRE (SEGÚN PLUTARCO)

Publicado: 27 diciembre, 2020 en Artículos Opinión

Busto de Plutarco (Queronea, c. 46 o 50-Delfos, c. 120)

Plutarco (46-127 d. C.) fue un griego al que se le concedió la ciudadanía romana en, tal vez, una de las épocas de mayor esplendor de Roma (durante el gobierno del emperador Trajano, 98-117 d. C.), gracias a sus méritos sobresalientes como historiador, filósofo moralista y biógrafo.

Nos dejó muchas reflexiones sabias, pero vamos a razonar la que da título a este post. Según Plutarco: «Cinco grandes enemigos de la humanidad están dentro de nosotros mismos: la avaricia, la ambición, la envidia, la ira y el orgullo. Si nos despojamos de ellos, gozaremos de la más completa paz».

Toda una declaración de intenciones.

Pero ¿qué origina esas emociones tan dañinas?

Ahora, pensemos un poco, en este breve post, sobre estos cinco elementos por separado:

Orgullo: Es un hecho que el ser humano es imperfecto y tiene condiciones limitadas. Sin embargo, no aceptar esa evidencia puede llevarnos a la arrogancia, a un sentimiento de superioridad o a una competición insensata por impresionar, no solo a los demás sino también a nosotros mismos, con cualidades que no tenemos o tendríamos que desarrollar.

Envidia: Es un sentimiento agotador y frustrante. Es obvio que sus raíces vienen de las comparaciones, y la comparación suele partir de aquel que está insatisfecho con su vida, con lo que tiene o consigo mismo, o se siente inferior. Tal vez, transformar la envidia en admiración y alegría por el éxito del prójimo ayudaría a reemplazar ese sentimiento tóxico por una emoción más sana y a enfocar la energía en mejorarse uno mismo para estar más satisfecho con la propia vida.

Ira: Este es, posiblemente, el más autodestructivo. Puede que venga de la poca atención, afecto y cariño que ha tenido el que, como coloquialmente se dice, pierde los papeles. Puede que, en su día, la persona iracunda haya sido menospreciada, humillada o, quién sabe, emocionalmente dependiente. Los nervios pueden jugar una mala pasada. Un buen comienzo podría ser no subordinarse a la opinión ajena (para no sujetar la inferioridad emocional) y priorizar las propias ambiciones por sobre las ajenas. No obstante, buscar el origen de la cólera que germina en el interior de uno mismo facilitaría las respuestas adecuadas. Plutarco recomendaría, posiblemente, cultivar más la entereza, y él mismo lo explica mejor que yo en esta cita: «La paciencia tiene más poder que la fuerza».

Avaricia: Esta emoción va de la mano de la ambición, y llega a ser muy estresante, ya que las personas avariciosas suelen ser desconfiadas y temen que les arrebaten algo que ellas entienden es esencial para vivir, aunque tengan mucho más que lo que necesitan o, irónicamente, se trate de algo innecesario. La avaricia es un hambre de poseer imposible de saciar, y, por lo tanto, es fuente de ansiedad e insatisfacción constantes.

Ambición: Esta emoción se origina con la insatisfacción íntima, y, por lo tanto, nada parece ser suficiente. Por ejemplo, la persona puede sentirse insatisfecha en su vida profesional o personal, y desear fervientemente conseguir aquello que, según cree, lo satisfará. Entrar en la carrera por conseguir lo que falta puede también causar frustración, ya que la persona se impone metas cada vez más difíciles, quizás inalcanzables, que acabarán en una sensación de fracaso. Es posible que analizar la causa del sentimiento de insatisfacción y centrar la energía en la consecución de objetivos asequibles sea un camino más saludable.

«El trabajo moderado fortifica el espíritu y lo debilita cuando es excesivo, así como el agua moderada nutre las plantas y demasiada las ahoga» (Plutarco).

Ritxard Agirre – https://ri2chard.wordpress.com/

TÍTULOS A LA VENTA (AMAZON y ORÁCULO DE DELFOS)

«TARÓTICO. Un viaje Sexpiritual»