¡Ay, El Loco! Mala fama tiene entre algunos tarotistas. Medio ángel, medio demonio, según cómo queramos utilizar su energía infinita. (Recordemos que es el «0» y tiene nexo con el arcano de La Rueda, porque nada empieza ni termina.)
Hablan de que es caótico e inestable, pero El Loco está por encima de esas cuestiones. Es amor incondicional sin ataduras (yo lo veo como el verdadero amor). Donde los demás ven inestabilidad, es seguridad, porque no le importa lo que piensen de él. Donde muchos ven ausencia y distracción, es consciencia con lo ilimitado.
Su mente está limpia porque no tiene opiniones. «Me he liberado de toda opinión», dijo Buda. La energía infinita está con él, lo sabe y nada puede dañarlo, por eso mira al cielo (y el perro intenta advertirle de los peligros, pero El Loco ve que ningún peligro hay, porque está en la consciencia superior, conectado con lo divino, solo ante su destino.
Su elevación entiende las cosas terrenales sin ningún apego. Para mí, es la iluminación del aquí y el ahora, la iluminación terrenal en este planeta en el que me ha tocado vivir.
«Cuando estoy entre locos, me hago el loco». Diógenes.
«El silencio es la virtud de los locos». Sir Francis Bacon
«Conocer es recordar». Platón
El Mago en el Tarot de Marsella me recuerda a la sonrisa de Mona Lisa: si te fijas, no sabes si está sonriendo o está triste. Mira abajo y a su derecha, que es la forma en la que las personas, corporal e inconscientemente, nos situamos cuando queremos recordar algo… ¿positivo o negativo? Nosotros no somos conscientes de toda la realidad, de todo nuestro potencial, pero El Mago, sí. La combinación equilibrada de los colores de la vestimenta, rojo (materia) y azul (espíritu), es el infinito, el no-limit representado por el sombrero.
El Mago nos dice que la vida es una oportunidad, nada es porque sí; los problemas se solucionan solos cuando los dejamos a su aire, porque no forzamos nada. Entonces, las energías infinitas de El Mago fluyen en su momento, sin control. Una vez, meditando, llegué a la conclusión de que no hay mayor control que la aceptación consciente del no-control.
La Sacerdotisa es una mujer en trance, con un libro entre las manos que parece estar a punto de caerse, como si no lo tuviera o no lo necesitara. Tiene los ojos grandes y abiertos, como la que ve, y tiene la sabiduría que jamás nos van a enseñar los libros de texto: la sabiduría de ver, como dijo Buda, «las cosas como realmente son», y es que cuando ves ya nada te afecta (costumbres, formas, normas sociales, etc.) y puedes mantenerte sereno, dejas de ser esclavo de las emociones y no tienes necesidad de ser el centro de atención para nadie. En tu interior, sabes que tienes el derecho de decir y hacer lo que te fluya sin buscar aprobaciones externas. Todos estamos donde nos corresponde. Somos responsables de nuestra vida y nuestras decisiones. Todo tiene un sentido; nada pasa por casualidad. Para mí, La Sacerdotisa es augurio de algo que se va a revelar en una tirada, para bien o para mal.
En La Emperatriz vemos una mujer con un cetro en la mano izquierda como representación de que gobierna por amor. En sus extremidades predomina la ropa de color azul para mostrarnos que es una mujer espiritual en sus acciones, y en la parte del cuello hasta la cintura predomina el rojo como símbolo de fertilidad. Su lenguaje corporal es totalmente emocional y no solo por el cetro, sino porque los ojos y el rostro giran hacia la izquierda, que corresponde al lado emocional. Representa una esposa y madre, pero también una amante. La Emperatriz nos pide siempre una actitud positiva y una relación con los que nos rodean basada en la honestidad, sin entrometernos en la vida de los otros (lo que solo da preocupaciones innecesarias) para evitar ocuparnos y enfrentarnos con nuestros propios problemas.
El Emperador es el yang de La Emperatriz, la fuerza y potencia que necesita el yin para llevar a cabo sus ideas en el plano material. Si observamos el lenguaje corporal del Emperador, podemos ver con claridad el complementario del arcano tres. El ave del escudo simboliza el padre protector y celestial que fertiliza a la madre tierra. Estabilidad, seguridad y seriedad; estar centrado es el consejo de este arcano para conseguir todos nuestros objetivos. El Emperador razona. Es un arcano que busca la lógica sin cerrarse en teorías rígidas.
El Sacerdote es el orden interior, nuestro bienestar íntimo, espiritual. Para que nuestros actos sean compasivos, tenemos que tener limpieza en nuestro corazón, porque el cuerpo es uno con la mente. Nos damos a la vida y a los demás sin egoísmo. El Sacerdote es vitalidad interior sin extremismos, sin disciplina y sin pereza, como dijo Buda: «El camino del medio». Eres tu propio maestro trabajando de forma consciente. El lado oscuro de este arcano sería la rigidez, el apego extremo a los dogmas.
«La desobediencia es la base del verdadero hombre religioso; la desobediencia a todos los sacerdotes, los políticos y los intereses creados». Osho
En Los Enamorados vemos a un hombre entre dos mujeres. Su rostro refleja duda, con la cabeza mira a su derecha (la razón) y con su cuerpo indica la izquierda (la emoción). La mujer de su derecha le toca el hombro (posesión), la de su izquierda le señala el corazón (apelando a sus sentimientos en conflicto con la razón). ¿Cuál elegirá? ¿Se dejará llevar por lo socialmente correcto o por lo que le pide su deseo?
Siempre he pensado que hay una posible tercera opción: la de no decidirse por ninguna de las dos, y es la de elegirse a sí mismo y crecer espiritualmente, libre de presiones ya sean yang o yin, racionales o irracionales, controladas o caóticas.
Este Arcano nos sugiere que, decidamos lo que decidamos, siempre es conveniente buscar un equilibrio o puede ser destructivo para nosotros. Decidir sin dependencias y con libertad. Buscar nuestro centro, sin influencias, y recordar que el mundo material es un espejismo. El honor, la gloria, la fama, etc. son ilusiones. No dar demasiadas vueltas a las cosas, porque ese es un camino destructivo.
El Carro es el dominio mental y espiritual. Es el guerrero que se ha vencido a sí mismo. Como dijo Napoleón: «El hombre superior es aquel al que ni las críticas ni los elogios le influyen». Este es un Arcano victorioso. Dejamos atrás la materia y damos paso al espíritu, o como dice el budismo, vamos de lo condicionado (lo pasajero) a lo incondicionado (lo eterno).
Nos sentimos bien con nosotros mismos tanto cuando las cosas van bien como cuando van no tan bien, porque estamos conectados con nuestra alma y conducimos nuestra vida. Vencemos los conflictos vengan como vengan. Somos guerreros de luz. Observamos lo que nos rodea sin emociones descontroladas, vamos siempre hacia adelante. Su consejo, entre muchos, podría ser: «cuando sepas lo que quieres, ¡ve por ello!»
La Justicia porta una espada, pero sin agresividad. Sabedora de que la ley del karma opera eternamente, no necesita de la fuerza impositiva. Es la ley divina aplicada en nuestro planeta, la Tierra. Nuestros actos positivos traerán recompensas positivas en esta vida o posteriores, y lo mismo con los negativos. Esto aporta un equilibro mental y nos da coherencia. Recibes del universo lo justo por tus acciones (representado por la balanza que sujeta en la mano izquierda), ya sean correctas o equivocadas.
La Justicia advierte que tengamos cuidado si tenemos la necesidad de imponer siempre nuestra razón, típico de «salvapatrias» y dictadores (o típico de todos en algún momento, o de casi todos me atrevería a decir). Nos aconseja tratar a los demás como queremos que nos traten, olvidar los juicios de valor para así silenciar la mente. Si, para los creyentes, Dios espera a que terminemos nuestro paso por esta existencia para juzgarnos, entonces ¿quiénes somos nosotros para hacerlo aquí y ahora?
El Ermitaño representa el camino que podemos y debemos hacer solos para descubrirnos a nosotros mismos. Es la prueba que todos debemos superar si queremos evolucionar hasta llegar a ser nuestros propios maestros. La luz que porta El Ermitaño es interior, y podemos llegar a ella si somos humildes, nos ayudamos y escuchamos lo que nos dice nuestra alma. En silencio aprendemos con más facilidad. Yo siento que es el desafío del ruido de nuestro propio silencio, del que hay que salir victorioso. Creo que la vida es autoconocimiento y todas las respuestas que necesitamos están en nosotros mismos.
Arcano 10: La Rueda de la Fortuna
La Rueda de la Fortuna nos aconseja que, para crecer, debemos aceptar los procesos evolutivos, rindiéndonos a ellos. Este es un arcano de transformación. Cuando pinten bastos, dale la vuelta a la tortilla y ve lo positivo. De los «fracasos» y los «éxitos» solo nosotros somos responsables, porque todo es un constante movimiento, así que actuemos sin miedo. «Olvida las dudas pensando si es correcto y confía siempre en tu intuición y fuerza interior», ya que nada es igual de un año a otro, de un mes a otro, de un día a otro, ni siquiera de un instante a otro, ni yo soy igual desde que empecé a escribir este texto ni tú, querido lector, desde que empezaste a leer hasta estas líneas que lees ahora.
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Ritxard Agirre – https://ri2chard.wordpress.com/
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