REFLEXIONES TXIRRINDULARIS LXXXI. RECTA FINAL DEL TOUR, RESURRECCIÓN DEL CICLISMO ESPAÑOL Y EL DUELO «A MUERTE» ENTRE VINGEGAARD Y POGACAR

Publicado: 16 julio, 2023 en Artículos Opinión, CICLISMO

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Ayer fue un día triste.

Francisco Ibáñez, el «padre» del inicio a la lectura de muchos niños españoles, nos dejó.

Se marchó el genio.

Hoy intentaré escribir la crónica usando un poco su gran léxico, y algunas de sus muchísimas expresiones, que nos legó en tantas horas de pura diversión.

Leí la noticia del fallecimiento del historietista después del formidable triunfo de Carlos Rodríguez frente a los dos fenómenos (Tadej y Jonas) que rigen el Tour, y del ciclismo mundial, con mano de hierro. El de Almuñécar ya es tercero. Aún no les puede tutear en el uno contra uno, pero es joven (22 años), con margen de mejora, y, con el aún más mozalbete Ayuso (20 años), es el presente y futuro del ciclismo español.

Tengo muchas esperanzas en ambos porque, más allá de sus incontestables aptitudes, se les ve muy centrados. Y es que en el deporte de alto nivel se necesita, más que nada, un cebollón bien amueblado.

Háganme caso: la cabeza da más pedales que las piernas.

Porque ser un superclase sin una mentalidad fuerte es algo hueco; vano como una cerveza sin espuma, como un Mortadelo sin disfraces, como un beso sin bigote, como una Ofelia sin sobrepeso; como un «13, Rue del Percebe» sin su Vázquez o como un Filemón sin su chinchón.

Esta semana, también, hemos gozado de las victorias de Peio Bilbao y Ion Izagirre. El corredor de Gernika y el de Ormaiztegi siempre me han gustado. No tendrán las cualidades de otros txirrindularis más completos, pero lo compensan, con creces, por ser listos; muy listos. El vizcaíno y el guipuzcoano saben de sus limitaciones y, gracias a ese conocimiento, han podido tener un palmarés superior que otros pedalistas de más talento. Porque el ciclismo es como la vida: «Conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo, y saldrás triunfador en mil batallas» (Sun Tzu, `El arte de la guerra´).

Pero vamos al meollo: la etapa comienza nerviosa con varias escaramuzas por conseguir entrar en la fuga del día. Nada nuevo bajo el sol. La curiosidad es que un espectador con móvil (un «batracio», un «cretino», un «animal de bellota», un «cenutrio» y un «merluzo», como se exhibiría en cualquier bocadillo de las desternillantes viñetas del maestro Ibáñez) provoca una montonera en gran parte del pelotón.

A falta de 80 kilómetros la fuga se ha consolidado y el grupo principal, con todos los hombres importantes de la general, rueda ya a más de ocho minutos.

Queda mucho y los gallitos se guardan a la espera de una ocasión más propicia.

Aprovecho para contestar a algunos lectores de mi blog que me reprochan, en el anterior post, haber dado mucha mandanga a Mikel Landa, que el chico hace lo que puede y blablablá.

Pues no, oigan. No me sean «gaznápiros», por favor, que esto no funciona así.

He criticado al de Murgía porque, ¡sapristi!, fue él el que se puso la meta de hacer podio y conquistar una etapa. Lo de subirse al cajón va a ser peliagudo porque está a más de media hora. Y lo de la etapa, ojalá me equivoque, lo veo complicado porque el alavés no se ha destacado nunca por resurgir como el Ave Fénix cuando le han venido mal dadas.

¿Ven por qué es tan esencial ser fuerte mentalmente por mucha calidad que atesores?

No obstante, me encantaría que me cierre la boca y, por fin, gane en una de las jornadas que quedan en la ronda francesa. Tengo muchos amigos landistas y (a los muy granujas) les daría más felicidad que tener una cita con Scarlett Johansson.

Hoy en esta decimoquinta etapa (frotándome las manos estoy, esperando un espectáculo dabuten), mientras garabateo esta crónica, tiene una oportunidad de oro y dejarse notar en un nuevo combate alpino entre Les Gets y Saint Gervais – Mont Blanc (179 kms).

Pero me temo que el rendimiento de Mikel no lo arregla ni el mejor invento del doctor Bacterio.

Además, y en otro orden de cosas, observaba con inquietud patibularia la poca asistencia de público en las competiciones ciclistas. Pero la sarta de leches, de tortas y cachiporrazos, que se dan el esloveno y el danés (junto con recorridos que buscan «fiesta») están ayudando al resurgir de este deporte.

Eskerrik asko, Vingegaard y Pogacar. Se os necesitaba. Hacéis más grande el ciclismo profesional, al igual que previamente lo obraron Rafael Nadal y Roger Federer (en el tenis) o Cristiano Ronaldo y Lionel Messi (en el fútbol). Este tipo de duelos «a muerte» (deportivamente hablando) hacen afición.

A poco más de 10 kilómetros Wout Van Aert, el catalán Marc Soler y Wout Poels, escapados, parece que se van a jugar la victoria parcial. Les sigue el rastro otro pequeño grupo de fugados entre los que está Mikel Landa (sin opciones, pero al menos se está dejando ver).

Me da mala espina para el español porque Poels se larga con pies en polvorosa, Van Aert va de menos a más en su persecución, pero Soler entrega la cuchara.

Atrás, entre los favoritos a la general, Carlos Rodríguez ataca desde las faldas del Mont Blanc (este muchacho, crecido de ayer, corre con menos vergüenza que Tete Cohete).

Adam Yates, gregario de lujo del esloveno, pone orden y ya solo quedan los dos astros: Pogacar y Vingegaard. Carlos ya ha hecho lo que tenía que hacer: sacar de punto a Jai Hindley, su enemigo más cercano por el tercer puesto.

Poels gana la etapa (Mikel Landa, por cierto, hace quinto; bien por él) y detrás Pogacar, quién sabe si haciendo teatro o no, no sigue a Yates. Carlos Rodríguez aprovecha el parón y coge a los dos colosos (no por mucho tiempo). Vingegaard mira de soslayo a Pogacar, sabe que Tadej es una «sabandija» lista, no se cree que vaya sin gasolina.

Esto tiene más tensión que Rompetechos dando un paseo sin anteojos.

Mientras siguen llegando escapados desperdigados y los segundos de bonificación han volado.

En el último kilómetro Pogacar acelera y pilla a su gregario (no dura mucho con la compañía del británico). Danés y esloveno van soldados y llegan casi en paralelo a meta.

Carlos Rodríguez conserva el tercer puesto, pero ahora es consciente que, posiblemente, su rival para el cajón en París es Adam Yates (aunque al inglés le lastra tener que trabajar para Pogacar).

Mañana jornada de descanso. Espero (y deseo) un final de Tour que nos deje a todos «burricalvos» de la emoción.

Salud y pedales.

ibañez

Ritxard Agirre – https://ri2chard.wordpress.com/

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