REFLEXIONES «TXIRRINDULARIS» XCVI. POR QUÉ UN DÍA EN CASA ES UN DÍA APROVECHADO

Publicado: 25 octubre, 2023 en Artículos Opinión, CICLISMO, Esoterismo y espiritualidad, Retazos
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Ermita «San Miguel de Elexabeitia» (Artea, Vizcaya)

En mis rachas como autor, hay momentos que me los paso en casa. Sí, todo el santísimo día.

La verdad —entre nosotros— os confieso que es maravilloso.

Estos periodos me ocurren cuando estoy creativo; es decir, cuando estoy tecleando y, a la vez, documentándome.

Y los momentos de «descanso» son en los que debo cocinar, atender a los mininos, limpiar mi cuevita para que tenga un aspecto cuidado o lo que toque.

Conozco personas, amigos incluso, a los que la casa los come y desean escapar como comadrejas. Y bien, dicho esto, no quiero ir de «superior» —a falta de una palabra mejor, más adecuada y precisa—, pero les compadezco. Porque recuerdo que yo también era así. Sé lo que se siente y creo que la capacidad de estar con uno mismo, sin que nos dé un patatús, es un gran avance mental. Mental y, por qué no decirlo, espiritual.

*Asimismo, debo decir que mis amigos, y la mayoría de personas que conozco, posiblemente sean «superiores» a mí en el trato con el prójimo; en definitiva, en sociabilizar (pero eso daría para otro post).

No obstante, creo que me estoy yendo del tema. Así que, al turrón: un día en casa es un día aprovechado si lo dedicas al hogar, que no es más que una proyección de nosotros; limpio mi casa, limpio mi corazón.

Y nuestro santuario merece lo mejor; tratarlo de forma excelsa es tratarse bien. Sí, porque nuestra casa es nuestro templo.

Soy más consciente de esta verdad cuando estoy con algún proyecto. Y, en algún intervalo, miro la hora y caigo en la cuenta de que el tiempo ha volado y, ¡sapristi!, es la hora de comer. Y la siguiente vez que ojeo el reloj, se acerca el momento de la cena o la misma luz del sol me lo recuerda cuando comienza a menguar. Además, crear tiene sus fases. Las primeras —las de construcción de trama y personajes— son las más exigentes. Hasta que llega un punto de inflexión y la novela, o el ensayo, se rebela y toma vida propia. Ese es el mejor momento: cuando uno se convierte en «esclavo» de lo que está creando; es decir, se da cuenta que está al servicio de lo que hace, y no al revés.

Si lo quisiera explicar de forma más poética, diría que es como adentrarse con una pequeña barca monoplaza en el nacimiento de un río. Al principio, hay que remar, pero llega un momento en el que la corriente te lleva y ¿qué mejor que abandonar los remos y dejarse arrastrar? Así es posible observar mejor el paisaje y los detalles. Sí, esos detalles que van a hacer mejor el viaje, y algunos, los más bellos, van a permanecer imperecederos en mi retina.

¿Y por qué os cuento esto? ¿He vuelto a escaparme del tema de hoy?

No. Lo que quiero transmitir es que me doy cuenta de que, en casa, haga lo que haga, si lo hago con consciencia, es un regalo a la eternidad. El tiempo vuela y parece que es un día menos, que se me ha escurrido de las manos, que he perdido. ¡Pero no! Es la clarividencia de que, si estoy centrado, estoy en paz.

¿Por qué?

Porque pienso que al mundo venimos solos, la mayor parte del tiempo somos seres solitarios y vamos a morir sin que nadie nos acompañe. Sí, bueno, puede que alguien me coja la mano cuando expire, pero ese «ejercicio», ese paso trascendental e inevitable, será en soledad. Por tal motivo, llevarme bien conmigo mismo —hacerme mi mejor amigo— es para mí una idea tan apetitosa como un bocadillo de arenques (no, esto no lo digo con ironía, también me flipan los de sardinillas).

¿Y saben qué? Hubo un momento en mi existencia en el que hacer esto —supuestamente, no hacer nada— me hacía sentir culpable. Y creo que era por la «programación» que me inculcaron, eso de que «hay que aprovechar el tiempo, porque la vida es una jungla y siempre hay que estar haciendo algo». Ese software se borró cuando comprendí que un día en casa es una oportunidad de activar la percepción. En mi caso, por ejemplo, me cargo de energía al escribir, leer o estudiar; almaceno felicidad cuando limpio y satisfacción alquimista al cocinar.

En resumidas cuentas, pasar jornadas enteras en casa me da una excelente oportunidad de recargar las baterías, viajar en mi mente, hacer las paces conmigo mismo. Son días que, si me lo propongo, pueden ser aprovechados.

Muy bien aprovechados.

¡Salud y pedales!

*Puedes descargarte, gratuitamente, mis relatos: KRIPTONITA FEMINISTA , DOS FUGITIVOS de Ritxard Agirre , «TARÓTICO. Un viaje sexpiritual» (REMASTERED – 2023) y MI MANERA DE AMARTE SIEMPRE de Ritxard Agirre

Ritxard Agirre – https://ri2chard.wordpress.com/

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comentarios
  1. […] 100% autor y 100% imaginación, es una unidad indivisible. Siempre fui algo retraído, tímido y taciturno. Para sobrevivir me tuve que hacer un rico mundo interior del que, ahora, soy incapaz de separarme, forma parte de mi ADN. […]

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