En ocasiones, debatimos sin ser invitados a una discusión. Quiero decir, damos nuestra opinión a alguien que no nos la ha pedido, porque lo único que anhela esa persona que nos habla —y hay que respetarlo— es contarnos sus «ideas» sin que nadie las lidie con otros argumentos, por muy plausibles que estos sean.
Esto que comento ocurre, esencialmente, con personas muy fanáticas, y en la actualidad también con los «progres» o posmodernos (woke).
Aquí os voy a enumerar seis tips para reconocerlos y no caer en el error —¡no, amigo, no!, no seas mendrugo y respeta tus energías— de discutir con ellos.
- No viven en coherencia con la vida y la naturaleza.
Los «progres» piensan que el mundo debe amoldarse a su ideología. Por ejemplo, mantienen que la mujer —o el hombre— es un constructo social (eso de los cromosomas XX y XY les suena a heteropatriarcado y no a ciencia) y que la persona es aquello que siente y no lo que es (curiosamente nadie desea sentirse alguien feo, gordo, calvo o viejo).
En conclusión, un woke se autoimpide —él solito— a vivir (antes se da con un canto en los dientes) en armonía con el Mundo y el Universo.
- Se ofenden con la verdad.
Enlazando con el punto anterior, si le dices que es de locos frustrarse por aceptar las cosas como son, lo primero que se le va a ocurrir a un posmoderno es que le dará un pronto de los gordos y te mandará al cuerno. Y, a continuación, vas a ser etiquetado de fascista, de negacionista, como un peligroso reaccionario o yo qué sé.
- El posmoderno es emocional.
Y el relato es su arma, porque los datos y las evidencias no le importan.
Ellos vienen con un guion aprendido y no lo van a soltar. Así que se convierten en personajes —generalmente bastante incultos— que, gracias a los mantras woke que se aprenden de memoria, responden con simplezas a problemas muy complejos, creyéndose así como sabios y con una moral superior al resto.
Por supuesto, si alguien les confronta con certezas e intenta debatir que sus «juicios» (que ni siquiera son suyos) son erróneos, posiblemente su estrategia pasará por el ataque personal (ad hominem), la descalificación (intentando avergonzar públicamente al otro) y la ira.
- Tolerancia cero al que piensa diferente.
La adversidad con personas que no son de su cuerda no la retan con una mente abierta y racional (¡y qué se le va a hacer!, hay gente que no distingue una morsa de unas chancletas). Su estado de ánimo muta drásticamente ante individuos que no compran su lote «progre» (ecologismo, feminismo, justicia social y un largo etcétera); y uno podría observar como lo externo les afecta sobremanera —siendo invadidos por las emociones negativas si no les agrada lo que escuchan—, en vez de abrazar la moderación y el respeto por aquellos que piensan diferente.
- Su «éxito» depende de la tribu.
El evangelizado woke necesita del grupo para ser «íntegro» y retroalimentarse. Su «moralidad» proviene de afuera (colectivo), no de adentro (libre pensamiento).
- Libertad de expresión ¡sí!, pero para ellos.
No hay en Occidente ideología más censora que la posmodernidad. La libertad de expresión solo es válida en sus rígidos parámetros. Esto no va a cambiar; no luches. Recuerda que estás hablando con un exaltado.
No obstante, también existe el derecho a que tú no les quieras escuchar; porque, en verdad, —seamos sinceros—, al tener un pensamiento tipo colmena (motivo que los convierte en gente tremendamente aburrida), escuchado uno, escuchados todos.
En resumidas cuentas, vas a vivir mejor si desertas del debate con personas que se han comido enterita la agenda posmoderna. No estamos aquí para ser salvados por ellos ni salvarles nosotros. Todos tenemos nuestro camino y sé de lo que hablo. Yo también fui idealista —de mozo— y aprendí que el idealismo conduce a la ansiedad y a estar siempre en guerra —inevitable y condenada a perder— contra la verdad.
Hablando de crear debates sanos, os incluyo un corte de mi encuentro con «La ventana del autor» en el que la entrevistadora, Irene, me expresa que, ¡sapristi!, mi novela «El Rugido Secreto» es machista. Si usted, querido lector lo ha leído, ¿podría afirmarlo, negarlo o, simplemente, dar su opinión? Se lo agradeceré.
Les dejo con el corte en cuestión 🙂
¡Salud y pedales!
Ritxard Agirre –
*Puedes descargarte, gratuitamente, estos relatos: LOS CREPÚSCULOS MUEREN A LO GRANDE, KRIPTONITA FEMINISTA , DOS FUGITIVOS de Ritxard Agirre, INSTINTO, «TARÓTICO. Un viaje sexpiritual» (REMASTERED – 2023) y MI MANERA DE AMARTE SIEMPRE de Ritxard Agirre
Ritxard Agirre – https://ri2chard.wordpress.com/
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««KIRK BOSTON contra la banda de Mark «el Guapo»»
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El Blog Sexpiritual 
Que una novela narre libremente una historia ficticia o una realidad, no es machista, no puede serlo, es simplemente una narración. Las novelas son para eso, para expresar libremente algo. Y no se tiene por qué estar de acuerdo con ese algo en cuestión, porque entonces estaríamos coartando la libertad de expresión, además de algo mucho más peligroso, que sería conducir el pensamiento social en una única dirección que fuera «la correcta» dependiendo de quien dirija los mandatos morales…
Yo no creo que la novela sea “un poco“ machista por la historia que cuenta, efectivamente es una novela. Mi percepción es por un pequeño matiz al final de la misma, que no quiero mencionar explícitamente para no hacer spoiler. Ese matiz no es bidireccional, tal y como considero que debería haber sido, y no tiene nada que ver con el desenlace de la novela. También he valorado que, el autor, simplemente lo haya expresado así para mantener la coherencia de los personajes. En cualquier caso, insisto, en que es solo un pequeño detalle que hizo que me preguntase en voz alta: “¿y por qué no…..?”