REFLEXIONES «TXIRRINDULARIS» CXI. POR QUÉ LA IDEOLOGÍA ES AUSENCIA DE CRITERIO PROPIO Y CRUCIFICA LA RAZÓN

Publicado: 19 marzo, 2024 en Artículos Opinión, CICLISMO
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A punto de entrar en la iglesia de «San Lorenzo». Ubicada en el barrio de Urigoiti (Orozko, Vizcaya). Una privilegiada zona para otear el macizo de Itzina (si quieres saber más de este lugar pincha aquí).

Después de mis últimos posts (referentes al 8M y al feminismo), me he cruzado con algunos comentarios de mujeres señalando que «ellas son feministas», pero que, ¡caramba!, «no se consideran esclavas de la ideología y tienen criterio propio».

A mi parecer, aquí existe una disonancia de las gordas: o eres feminista o eres librepensadora, o estás en la ideología o estás en la verdad. Aquí no hay término medio. Es como que: o estás embarazada ¡o no lo estás!

Por tanto, si te consideras feminista, si estás metida en ese ajo, lo eres con todas las consecuencias. ¿Por qué? Porque el feminismo tiene que ser colectivista, sí o sí; debe tener un relato granítico. Sus leyes ideológicas no aceptan oposición ni, mucho menos, criterios personales.

Y por eso existen esos estúpidos mantras del tipo «si tocan a una, nos tocan a todas».

Obviamente, siempre encontraremos personas pérfidas que van buscando hacer el mal. Otro de los bobos mantras feministas es el de «todos los hombres son violadores en potencia». Sin embargo, un violador suele ser un personaje débil; mientras que son los hombres fuertes —que, por cierto, son la mayoría— los que no sólo no violan, sino que defienden a las mujeres de esos seres deleznables.

La ironía es que —gracias a este feminismo que los demoniza— cada vez son más los varones que renuncian voluntariamente a honrar aquello para lo que han nacido: defender y proteger a la mujer. Porque este feminismo posmoderno provoca, astutamente, toxicidad en las relaciones hombre-mujer; es una ideología que gana con la división y el enfrentamiento entre los sexos.

Pero, ¿qué sucede cuando una feminista se enfrenta a la vida real? No me refiero a la realidad que aparece en los libros que las evangelizan ni en los perversos eslóganes de sus gurús. En la vida real se da el castañazo padre, porque entra en un conflicto interno ante el dilema de abrazar los datos y las evidencias (o sea, abandonar de forma irremediable la ideología), o pasarse a la irracionalidad crucificando la razón.

Si elige lo segundo, estaremos ante una fanática cantamañanas. No hay nada que hacer ante esto. No hay antídoto contra la irracionalidad y el absurdo. No, al menos, desde el exterior.

¿Y cuál es su respuesta favorita para negar la verdad? Pues que —tanto lógica como datos y evidencias— son conceptos subjetivos y, si me apuran, machistas. Ahora bien, si los hechos probados no le interesan, entonces ¿qué le importa? Pues sólo queda que lo que importa son sus sentimientos.

Por eso digo que los posmodernos (o woke) no saben siquiera definir qué es una mujer ni qué es un hombre. Porque para ellos ser varón o hembra es algo que se percibe, es ¡como se siente uno! No me negarán que el detritus intelectual de esta gente alcanza niveles estratosféricos.

Si alguna persona del pasado —no demasiado, dale veinte años a lo sumo— leyera este artículo, pensaría que se trata de una broma, o que los del futuro nos hemos vuelto unos alcornoques sin remedio. Lo que no sabría es que, de continuar respirando aún, ella misma podría ser cómplice y partícipe de todo este delirio colectivo.

Es de mofa, ¿verdad? En el siglo XXI deberíamos estar hablando, ¡no sé!, de tele-transportación o de coches voladores tal vez. Pero no. Ya que hay un ente político posmoderno incapaz de afrontar la disyuntiva de que sus ideas románticas —socialistas unas, anarquistas otras, comunistas casi todas1— no son funcionales. Por lo que se dedican a inventar problemas nuevos.

Así, arrastramos las consecuencias de unas posmodernas ocurrencias políticas que, además de no servir, ¡son cancerígenas!

¿Soluciones para este problema real? Para empezar, la vía debe dejar de ser el silencio. Hay ideologías —con el posmodernismo woke a la cabeza— que no merecen respeto alguno; porque no sólo van contra la libertad individual y la razón, sino también contra la naturaleza humana.

¿Formas de combate? Se me ocurren tres:

  1. Puedes combatir con datos: esta es la menos efectiva. En este post te he explicado por qué. No gastes fuerzas en el intento o acabarás ingresado, por tonto, en un hospital de comatosos. Os lo digo por experiencia. Aprended de mis errores, ¡carajo! Hubo una época en que abría debates con ellos y, desde entonces, —tan mal fue la cosa— no abro más que latas de boquerones.
  2. Puedes combatir con vehemencia: ya que ellos son muy furiosos con sus lemas vacíos, puedes devolverles la misma energía que recibes de ellos. Al igual que con los datos, no va a servir de mucho; pero es más inteligente porque, al menos, ¡te dejarán en paz! El precio a pagar será una etiqueta: «fascista» (la parodia de esto es que el fascismo es una ideología socialista ¡!), «machista» o la sandez que señalen sus líderes que deben decir. Te tomarán por causa perdida y estarás libre de sus intoxicaciones mentales.
  3. Puedes combatir con humor: haciendo chanzas de sus incoherencias. ¡Sí!, la opción del pitorreo puede ser la más devastadora. Tampoco servirá de mucho; pero las personas ideologizadas tienden a tener baja autoestima, así que daño —lo que es pupa gorda— sí les vas a hacer.

Lo que ya no se puede hacer más —porque la cosa está que echa humo—  es ponerse de perfil. Ellos son menos, pero gritan más y su discurso es violento. No hay que olvidar  que, siendo minoría, los fascistas llegaron al poder en Italia, y lo consiguieron gracias a su violencia2.

Tras el nacional-socialismo, el fascismo y el comunismo del siglo XX, no podemos permitirnos un cuarto totalitarismo en la Europa del siglo XXI.

Mi granito de arena contra esta tiranía lo encontrarás en algunas entradas de este blog y en mi ensayo ««JESÚS, EL HOMBRE MODERNO. 10 «Leyes para sobrevivir a tiempos posmodernos»».

¡Salud, pedales y ¡libertad!!

1 Recordemos que el posmodernismo es una mutación del marxismo y que el feminismo es uno de sus muchos tentáculos.

2 Las milicias llamadas “camisas negras” fueron el instrumento político para llevar a cabo las acciones violentas (llegando a la intimidación y el asesinato de oponentes políticos) de Mussolini y su movimiento fascista.

Ritxard Agirre – https://ri2chard.wordpress.com/

TÍTULOS A LA VENTA (AMAZON y ORÁCULO DE DELFOS)

««KIRK BOSTON contra la banda de Mark «el Guapo»»

Frontal el guapo

««JESÚS, EL HOMBRE MODERNO. 10 «leyes» para sobrevivir a tiempos posmodernos»»

JESÚS, EL HOMBRE MODERNO

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